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Qué es una droga?
Has visto una
droga y no sabías que era?
![]() La gente joven utililiza las drogas para sentirse fuertes, con más
energía y con más desición. Como otros estimlantes
son legalmente recetadas por los doctores por varias razones, para perder
peso, niños hiperactivos o para una rara enfernedad llamada narcolepsia.
Tipos de drogas Crack
Barbituricos
Los barbitúricos ultra cortos producen anestesia en aproximadamente
un minuto después de la administración intravenosa. Ésos
en uso médico actual son methohexital (Brevital), thiamylal (Surital)
y thiopental (Pentothal).
Algunas veces llamada black tar, mud, smack, China white, or Mexican brown, la heroina es derivada del opio. En forma de polvo es de tono blanquecino a café. La forma más común de usar la heroína es ór
inyección o inhalación a través de la nariz
El hachís (o picadillo) es un extracto de marijuana gomoso
se puede extender en color oro marrón para ennegrecer, o formarse
en un oscuro aceite llamado aceite de hachís. Como el hachís
contiene una concentración más alta de THC que la mariguana,
el hachís y el aceite del hachís son más potentes
y se venden y se utilizan en cantidades más pequeñas.
Alcohol
La cocaina es un polvo blanquecino denminado comunmente coca, nieve o hojuela. Es una sustancia muy adictiva que tiene bastantes derivados.
La cocaína es una sustancia extremadamente adictiva, cuyos efectos
se perciben en un lapso de 10 segundos y duran alrededor de 20 minutos.
Actúa directamente sobre los centros cerebrales encargados de las
sensaciones del placer. Dada su capacidad extremadamente alta de producir
daños y hasta destrucción celular, las sensaciones que eran
placenteras en sujetos recién iniciados, se convierten en efectos
desagradables como agitación, llanto, irritabilidad, alucinaciones
visuales auditivas y táctiles, delirio paranoide, amnesia, confusión,
fobias o terror desmedido, ansiedad, estupor, depresión grave y
tendencias suicidas.
LSD
La relación de las drogas alucinógenas y movimientos místicos o religiosos es un hecho comprobable históricamente, como podrá verse al estudiar otras drogas de este tipo en muchas culturas del Centro y Sur de América el consumo de la sustancia y la práctica religiosa siguen siendo algo inseparable. Descubierto en 1938, se considera al ácido lisérgico como
el alucinógeno más poderoso, aunque no el más nocivo.
Como fenómenos físicos hay que citar la midriasis, temblores,
e hiperreflexia, también pueden aparecer náuseas, palidez,
sudoración, taquicardia y lipotimia. Los fenómenos psíquicos
se caracterizan en lo referente al estado de ánimo por fluctuaciones
del humor, variando entre distimias displacenteras, euforia expansiva tales
como verborrea y risa irrefrenable. La exaltación mística
es tal que algunos autores denominan estas drogas como místicomiméticos.
Se consideran productos psicodélicos que inhiben los mecanismos
de defensa del yo, y facilitan la distribución de la sensibilidad
así como la aparición de imágenes desconcertantes.
El cánnabis sativa es una planta silvestre que crece en zonas templadas y tropicales, pudiendo llegar a tener una altura de seis metros, extrayéndose de su resina el hachís. Su componente psicoactivo más relevante es el delta–9-tetrahidrocannabinol (delta-9-THC), conteniendo la planta más de sesenta componentes relacionados. Se consume preferentemente fumada, aunque pueden realizarse infusiones, con efectos distintos. Un cigarrillo de marihuana puede llegar a contener 150 mg. de THC, y llegar hasta el doble si contiene aceite de hachís, lo cual según algunos autores puede llevar al síndrome de abstinencia si se consume entre 10 y 20 días. La existencia de tolerancia está acreditada por estudios recientes, siendo cruzada cuando se consume conjuntamente con opiáceos y alcohol. Respecto a la dependencia, se considera que es psíquica y físicamente moderada. Los síntomas característicos son la ansiedad, irritabilidad, temblores, insomnios, muy similares a los de las benzodiacepinas. Puede presentarse en distintas modalidades de consumo, sea en hojas que se fuman directamente, en resina del arbusto o en aceite desprendido de éste último. El color de la hoja va del verde amarillento al marrón oscuro según el lugar de procedencia. De la modalidad en que se presente la droga dependerá su denominación: "marihuana" es el nombre de las hojas del cáñamo desmenuzadas, que después de secarse y ser tratadas pueden fumarse (también es conocida como "hierba", "marijuana", mariguana", "mota", "mafú", "pasto", "maría", "monte", "moy", "café", "chocolate", etc.; en inglés se la conoce como: "pot", "herb", "grass", "weed", "Mary Jane", "reefer", "skunk", "boom", "gangster", "kif", "ganja", etc.); su efecto es aproximadamente cinco veces menor que el del hachís. El nombre hachís (también conocido como "hashis") deriva de los terribles asesinos (hashiscins) árabes, que combatieran en las cruzadas entre los años 1090 y 1256. El hachís se obtiene de la inflorescencia del cáñamo hembra, sustancia resinosa que se presenta en forma de láminas compactas con un característico olor. La marihuana es la forma más frecuente, conteniendo de 0,3 a 3 % de delta THC; la concentración de desla THC llega al 10 % en el hachís, siendo su efecto diverso según factores como la velocidad con la que se fuma, la duración de la inhalación, cantidad inhalada, tiempo que el consumidor retiene la respiración después de inhalar y el estado anímico del sujeto. El consumo oral, tanto de marihuana como de hachís, implica efectos psicológicos similares a los expresados en la forma fumada pero de mayor intensidad y duración y con efectos nocivos potenciados. La constancia escrita más antigua sobre su consumo data de la época del Emperador chino SHEN NUNG en el 1237 a.C. También fue conocido por los asirios y griegos del siglo V a.C. En la India hay constancia de su utilización desde hace más de 2.000 años, con finalidad de tipo místico en muchas ocasiones. Hay descripciones en el Antiguo Testamento sobre la sustancia, aunque de forma vaga y no comprobada. Hay casi absoluta certeza de su consumo por los griegos según unánimes referencias doctrinales, así como por los romanos, siendo los árabes los que la comercializaron en su área de influencia. Posiblemente las tropas de Napoleón la extendieron por Europa, en el siglo XIX. Los árabes utilizaron la droga como calmante de enfermedades mentales. Terapéuticamente se aconsejó para tratamientos de insomnio y como sedante para el dolor. También se prescribió para terapias de patologías nerviosas, así como para el tratamiento de la tos, temblores en parálisis compulsivas, espasmos de vejiga e impotencia sexual que no provenga de enfermedad orgánica. Así mismo se recomendó como afrodisiaco, antineurálgico, tranquilizante para maníaco-depresivo, antihistérico, tónico cerebral, remedio para el vómito nervioso, epilepsia y enfermedades nerviosas. Estas recomendaciones fueron posteriormente desaconsejadas unánimemente por la medicina, estando en la actualidad en estudio sólo la legalización de un fármaco derivado de esta sustancia para mitigar los dolores en enfermos cancerosos. Este empleo terapéutico ha creado profundas polémicas. En la actualidad, los científicos consideran que la marihuana no puede ser considerada medicamento en ninguna de las formas en que es consumida por los adictos. Al considerar su posible uso como medicamento, se distingue entre la marihuana y el THC puro y otros químicos específicos derivados del cánnabis. La marihuana pura contiene cientos de químicos, algunos de los cuales son sumamente dañinos a la salud. El THC en forma de píldora para consumo oral (no se fuma) podría utilizarse en el tratamiento de nauseas y el vómito que se derivan de algunos tratamientos contra el cáncer. Otro químico relacionado con el THC (nabilone) ha sido autorizado por la "Food and Drug Administration" de Estados Unidos, para el tratamiento de los pacientes de cáncer que sufren náusea. En su forma oral, el THC también se usa con los pacientes de SIDA, porque les ayuda a comer mejor y mantener su peso. Los científicos estudian la posibilidad de que el THC y otros químicos relacionados con la marihuana tengan ciertos valores medicinales. Algunos piensan que estos químicos se podrían usar en el tratamiento del dolor severo, pero es necesario tener más evidencia antes de usarlos para el tratamiento de problemas médicos. Durante los años sesenta comienza el consumo casi masivo de esta sustancia así como de otras alucinógenas como el LSD, peyote, etc. En el mundo de la música y luego entre la burguesía intelectual norteamericana cundió la moda de fumar marihuana y hachís, extendiéndose a Europa Occidental. El cánnabis fue un signo más del movimiento contracultural pretendiendo una nueva ideología, dentro de la burguesía, basada en el pacifismo, el orientalismo, el amor libre y la vida en la naturaleza. Al principio el consumo afectó a estudiantes y clases altas y medias, para después extenderse por todos los estratos sociales, consumiéndose junto con alcohol y comenzando a crear problemas sanitarios. A pesar de ser una sustancia ilegal, su consumo continúa siendo difundido. Está probada la relación entre el consumo de esta droga y otras como el alcohol, el LSD, anfetaminas y opiáceos; la peligrosidad del tóxico está más en función de la escalada a drogas más peligrosas que por el hachís en sí mismo. Las modalidades de marihuana disponibles a los jóvenes son más potentes que las que existían en la década del '60. La potencia de la droga se mide de acuerdo a la cantidad promedio de THC que se encuentra en las muestras de marihuana que confiscan las agencias policíacas. » La marihuana común contiene un promedio de 3 por ciento de THC. » La semilla (que sólo contiene los botones y las flores de la planta hembra) tiene un promedio de 7.5 por ciento de THC, pero puede llegar a tener hasta 24 por ciento. » El hachís (resina gomosa de las flores de las plantas hembras) tiene un promedio de 3.6 por ciento, pero puede llegar a tener hasta 28 por ciento. » El aceite de hachís, un líquido resinoso y espeso que se destila del hachís, tiene un promedio de 16 por ciento de THC, pero puede llegar a tener hasta 43 por ciento. El THC afecta a las células del cerebro encargadas de la memoria. Eso hace que la persona tenga dificultad en recordar eventos recientes (como lo que sucedió hace algunos minutos), y hace difícil que pueda aprender mientras se encuentra bajo la influencia de la droga. Para que una persona pueda aprender y desempeñar tareas que requieren de más de dos pasos, es necesario que tenga una capacidad normal de memoria a corto plazo. Estudios recientes demuestran que la marihuana crea disfunciones mentales y disminución de la capacidad intelectual en las personas que la fuman mucho y por muchos años. En un grupo de fumadores crónicos en Costa Rica, se encontró que los sujetos tenían mucha dificultad en recordar una corta lista de palabras (que es una prueba básica de memoria). Las personas en el estudio también tuvieron gran dificultad en prestar atención a las pruebas que se les presentaron. Probablemente la marihuana destruye ciertas células del cerebro. Los científicos han observado que cuando se dieron altas dosis de THC a las ratas de laboratorio, presentaron pérdida de células cerebrales similares a las que se encuentran entre los animales ancianos. Los cerebros de ratas de entre 11 y 12 meses de edad (aproximadamente la mitad de sus vidas) tenían la misma apariencia que los de animales ya viejos. Existen serias preocupaciones por sus efectos a largo plazo sobre la salud. Por ejemplo, un grupo de científicos de California examinó el estado de salud de 450 fumadores cotidianos (diarios) de marihuana (que no fumaban tabaco). En comparación con otras personas no fumadoras, estas personas tenían más ausencias de trabajo por enfermedad y más visitas médicas por problemas respiratorios y otras enfermedades. Los resultados indican que el uso regular de la marihuana o del THC son factores en el cáncer y en los problemas con los sistemas respiratorio, inmune y reproductivo. Marihuana y cáncer: la marihuana contiene elementos causantes de cáncer que también se encuentran en los cigarrillos, pero en mayores concentraciones. Los estudios muestran que una persona que fuma cinco cigarrillos de marihuana a la semana consume la misma cantidad de químicos carcinógenos que una persona que fuma un paquete de cigarrillos al día. El humo de la marihuana y del tabaco probablemente cambian los tejidos que cubren el sistema respiratorio. También es posible que en algunas personas el humo de la marihuana contribuya al desarrollo temprano del cáncer de cabeza y de cuello. Marihuana y trastornos reproductivos: la marihuana puede afectar las hormonas masculinas y femeninas y, por lo tanto, las características y función sexual. Las dosis altas de la droga pueden posponer la pubertad en los varones y tener efectos adversos en la producción de esperma. Entre las mujeres, la marihuana puede cambiar el ciclo menstrual normal e inhibir la producción de óvulos. Marihuana y trastornos inmunológicos: estudios hechos en animales y humanos que muestran que la droga impide la función normal de las células T, cuando se trata de defender al sistema respiratorio de ciertos tipos de infecciones. Las personas que tienen el virus HIV y cuyos sistemas inmunes no funcionan adecuadamente, deben evitar su uso. Marihuana y trastornos respiratorios: quienes fuman marihuana regularmente
suelen tener los mismos problemas respiratorios que quienes fuman cigarrillos.
Tienen síntomas como tos crónica y flemas (bronquitis crónica)
y tienen más resfriados. El uso continuo de la marihuana puede resultar
en función anormal de los pulmones y las vías respiratorias.
Se ha encontrado evidencia de que el humo de la marihuana puede destruir
o dañar el tejido pulmonar.
El consumo de este excitante está ampliamente extendido y distribuido
por todas las clase sociales. A diferencia de lo que sucede con la cocaína
que la consumen preferentemente los sectores medios y altos, las anfetaminas
son consumidas tanto por ejecutivos que pretenden sobreexcitación
como por amas de casa que buscan un anoréxico para sus dietas o
por estudiantes que preparan exámenes. Al incidir en el sistema
ortosimpático causan hipertensión, taquicardia, hiperglucemia,
midriasis, vasodilatación periférica, hiperpnea, hiporexia,
etc. El estado de ánimo del adicto oscila entre la distrofia y la
hipomanía, así como ansiedad, insomnio, cefalea, temblores
y vértigo. Pueden aparecer cuadros depresivos y síndromes
paranoides anfetamínicos. A dosis normales, sus efectos varían
de acuerdo al individuo y las condiciones de ingesta. Pueden producir efectos
placenteros, hiperactividad y sensación desbordante de energía,
pero también causan temblor, ansiedad irritabilidad, ira inmotivada
y repentina y trastornos amnésicos e incoherentes. En la última
fase se describen depresión, cuadros paranoides y delirios paranoides,
alucinaciones y trastornos de conducta. El consumo de anfetaminas puede
conducir a actuaciones agresivas, al igual que los barbitúricos
y el alcohol, por su gran efecto euforizante, unido a un descontrol en
los instintos inhibitorios. Tales situaciones se producen cuando las dosis
suministradas, generalmente por vía endovenosa, superan los dos
gr. Está demostrado un mayor potencial en las anfetaminas que en
la cocaína, tanto en su punto más álgido como en la
duración de los efectos. Reacciones muy graves se producen al consumirlas
con barbitúricos en el conocido fenómeno de la pluritoxicomanía.
Tomadas en dosis importantes son causantes de confusión, tensión,
ansiedad aguda y miedo. También pueden precipitar psicosis paranoide
en sujetos no psicóticos. La psicosis anfetamínica desarrollada
por el sujeto se asemeja a la psicosis paranoica y a la esquizofrenia paranoica.
Tabaco
La diferencia entre el tabaco y el resto de las drogas es que el tabaco no modifica el comportamiento de las personas que lo consumen. Por ese motivo está socialmente aceptado. Pero sigue siendo una droga, capaz de crear dependencia psicológica y física. Desde el punto de vista del fumador, este consumo es placentero, relajante, reafirma su personalidad y, adicionalmente, está socialmente tolerado. Desde el punto de vista de la salud, los problemas más graves que provoca el tabaco se deben al alquitrán, que afecta principalmente el aparato respiratorio y puede producir o favorecer la aparición del cáncer. Las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (enfisema, bronquitis crónica...) y las enfermedades cardiovasculares (infarto, hipertensión, angina de pecho...) se deben a los efectos del monóxido de carbono y las sustancias irritantes que se encuentran en el humo del tabaco. Concretamente, el riesgo de sufrir un infarto de miocardio es triple en los fumadores respecto a los no fumadores. Debido a la dependencia que les ha creado la nicotina, los fumadores no consiguen dejar este consumo tan fácilmente, aun siendo conscientes de los efectos nocivos del tabaco. Además de ser perjudicial para quienes lo consumen, el tabaco es una droga que afecta incluso a quienes no la consumen directamente: los fumadores pasivos. Son aquellas personas que, no siendo fumadoras, aspiran el humo del tabaco de los fumadores. Estas personas están expuestas, también, a sufrir algunas de las enfermedades producidas por el tabaco. Las enfermedades más frecuentes debidas al tabaco son: - Cardiopatía isquémica-coronaria.
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